Una burbujeante celebración cósmica

Esta colorida nube de gas, llamada RCW 34, está situada en la constelación Austral de Vela (las velas) y es un lugar en el que están formándose estrellas. Esta imagen fue tomada con el instrumento FORS, instalado en el Very Large Telescope de ESO, en el norte de Chile. Crédito: ESO

Esta colorida nube de gas, llamada RCW 34, está situada en la constelación Austral de Vela (las velas) y es un lugar en el que están formándose estrellas. Esta imagen fue tomada con el instrumento FORS, instalado en el Very Large Telescope de ESO, en el norte de Chile. Crédito: ESO

En la región más brillante de esta refulgente nebulosa llamada RCW 34, estrellas jóvenes calientan el gas considerablemente, haciendo que se expanda a través del gas circundante, más frío. Cuando el hidrógeno calentado alcanza los límites de la nube de gas, estalla hacia fuera, derramándose en el vacío como el contenido de una botella de champán descorchada — de hecho, este proceso se conoce como flujo de champán. Pero, además de un puñado de burbujas, la joven región de formación estelar RCW 34 tiene mucho que ofrecer: al parecer se han sucedido múltiples episodios de formación estelar dentro de la misma nube.

Esta nueva imagen del VLT (Very Large Telescope) de ESO, en Chile, muestra una espectacular y brillante nube roja de gas de hidrógeno detrás de una colección de estrellas azules en primer plano. Dentro de RCW 34 — situada en la constelación austral de Vela — en la región más brillante de la nube, se esconde un grupo de estrellas masivas jóvenes. Estas estrellas tienen un efecto dramático en la nebulosa. El gas expuesto a la fuerte radiación ultravioleta  — como ocurre en el corazón de esta nebulosa — se ioniza, lo que significa que los electrones han escapado de los átomos de hidrógeno.

El hidrógeno es un tesoro para quienes fotografían el cosmos porque refulge con fuerza con el característico color rojo que distingue a muchas nebulosas y permite crear bellas imágenes con extrañas formas. También es la materia prima de impactantes fenómenos tales como el flujo de champán. Pero el hidrógeno ionizado también tiene una importante función astronómica: es un indicador de regiones de formación estelar. Las  estrellas nacen a partir de nubes de gas que colapsan y, por lo tanto, son abundantes en regiones con grandes cantidades de gas, como RCW 34. Esto hace que esta nebulosa sea particularmente interesante para los astrónomos que estudian el nacimiento y la evolución estelar.

Las grandes cantidades de polvo que hay en el interior de la nebulosa bloquean la vista de los procesos que tienen lugar en las guarderías estelares, profundamente arraigadas en estas nubes. RCW 34 se caracteriza por tener una extinción extremadamente alta, lo que significa que casi la totalidad de la luz visible de esta región es absorbida antes de que llegue a la Tierra. A pesar de no poder verla directamente, los astrónomos pueden utilizar telescopios infrarrojos, mirar a través del polvo y estudiar estos nidos embebidos de estrellas.

Mirando más allá, el color rojo revela que hay un montón de estrellas jóvenes en esta región con masas de tan sólo una fracción de la del Sol. Estas parecen agruparse alrededor de las estrellas más viejas y más masivas que se encuentran en la región central, mientras que sólo unas pocas se encuentran en las afueras. Esta distribución ha llevado a los astrónomos a creer que ha habido diferentes episodios de formación estelar dentro de la nube. Tres gigantescas estrellas se formaron en el primer evento que luego desencadenó la formación de las estrellas menos masivas de sus proximidades.

Esta imagen utiliza datos del instrumento FORS (FOcal Reducer and low dispersion Spectrograph), instalado en el VLT, y fueron obtenidos como parte del programa Joyas Cósmicas de ESO.

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